Sentimos las hazañas de la vida, semillas que vuelan con el viento, caen al agua, a la tierra, al fuego.
Somos corazones cruzados por líneas invisibles, que vestidas de colores infinitos aparecen como llamas verdaderas de saberes cósmicos.
Llegamos;
donde hemos vivido centurias, tantas veces para regresar como reseñas pasadas vivientes.
De las estrellas, al vacío, al abismo,
a los caminos de reencuentro, a las huellas, a las hebras, cruzando mantos etéreos.
Libramos senderos,
armando el mapa mágico que libera la clave de lo inédito.
Escuchamos voces, naturaleza, existencia;
una vasta moraleja sin sentimientos de orfandad.
Cruzamos puertas en espiral,
entretejiendo el paso del tiempo en un sol.
Eterno presente de mares y aves,
océanos; respiros, y cayenas en el pelo.
Abrazando cada palabra que brota de aquella semilla que cayó del cielo.